Carlos Alcolea, junto a Alfonso Fraile y Guillermo Pérez Villalta, se situa en el campo de la figuración que irrumpe en España a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta.
Alcolea se mueve en el ámbito de la narración figurativa, mientras que la producción de Fraile, abstracta en algunos períodos, evoluciona en los años setenta hacia una peculiar figuración poblada de extraños personajes, realizados por medio de un dibujo de línea caligráfica.